Es una de las cosas más difíciles hoy en día, en donde se tiene que tener opinión de todo y los extremos atraen como cantos de sirena. La objetividad es algo en lo que se tiene que trabajar, ya que en algunos casos no viene solo. Es una de las características más buscadas en jueces, diplomáticas, abogados y mediadoras, con buenos motivos. Y algo complicado de definir.
Es basarse en hechos
La “posverdad” dice “bueno, sí, pasó X, pero Y me hace sentir mejor, así que pasó Y”. La objetividad, por otro lado, dice “pasó X, y pasó X”. Una persona objetiva se basa en lo que ha sucedido, no en cómo le hizo sentir eso, aunque no le guste. Sabe que a la realidad no le importan los sentimientos, y se adapta a eso.
Es no dejarse cegar por las emociones
La historia es muy vista en películas y series: protagonista sufre una humillación, o pierde algo importante, y jura venganza. Después, con la cabeza fría, sa da cuenta que no era para tanto, que había cosas que no sabía y que le dan la vuelta a la situación, o que al final había motivos para no ganar. Y ya es tarde, todo se salió de control y tiene que salvar a quien le derrotó. Sus emociones no le dejaron ver toda la situación.
Es centrarse en los problemas
Es muy fácil decirlo, pero muy difícil hacerlo. Cuando los deseos personales están en juego, puede que no se tenga tan en cuenta el por qué se tiene que lograr algo. Cuando un hijo entra en las drogas, y algunos objetos valiosos empiezan a “desaparecer” de la casa, la solución no es disimular y encubrir, sino llevarse al muchacho a que le desintoxiquen (lo que no se puede hacer si él no pone voluntad). La solución es sencilla, el llegar a ella, y llevarla a cabo, no.
Es no apurarse, ni emitir juicio sin pruebas
Cuando alguien te cae mal, es tentador el devolverle el golpe. Las primeras impresiones tardan mucho en cambiar, y a veces interfieren en nuestra objetividad. Alguien robó algo, y ese tipo es el principal sospechoso. ¡Caso cerrado! Pero luego empiezan a robarse otras cosas, y no hay forma de que él lo hubiese hecho… Y te das cuenta que no, que había otras cosas que indicaban quién era el verdadero culpable. ¿Quién dijo que ser juez era sencillo?
Es tomar la posición neutral
Las leyes respecto a la política tienden a ser restrictivas con los negocios de cada funcionario, para que no se saque ventaja con el pueblo pagando los platos rotos. Para ser objetivo, debes escuchar ambas posturas y desapegarte de ellas, analizándolas como si fuesen partes de una historia que no te afecta en nada, y en la cual no tienes intereses, pero quieres resolver de forma más o menos justa.
Es querer saber, no sólo suponer, algo
Es tentador el retirarte cuando una situación parece ir como tú quieres. Aunque no sepas toda la historia, si no sabes lo que viene después, o no quieres ver otras pruebas porque te conviene, no estás siendo objetiva. El hacer el esfuerzo de averiguar lo que pasó en realidad, para tener la certeza de algo y entonces actuar, es ser objetiva.
Es basarse en la lógica, los números y los antecedentes
Por triste que parezca, a veces el entorno y la genética determinan la mayoría de lo que somos. Por eso, las matemáticas y la lógica son de mucha utilidad en criminalística, medicina, seguros de vida y un largo etcétera, junto con los antecedentes de tal o cual persona. Por algo a los deportistas extremos muy pocos les dan seguros de vida, aunque crean que lo que hacen es genial.
Es enfocarse en la realidad, no en lo que se quiere ver
Es difícil, muy difícil, dejar de lado los prejuicios, las ideas preconcebidas, los deseos que tal o cual cosa sean realidad. Una persona objetiva deja eso de lado e intenta centrarse en la realidad, aunque no le guste, aunque no vaya de acuerdo a sus propios ideales. Es por esto que pocas personas lo son: no es cómo aceptar que no se sabe, o que se puede estar equivocado.