Latinoamérica es el continente donde más países de habla castellana (o española) se encuentran. Esto hace que casi no sea necesario aprender un nuevo vocabulario cuando se cruza la frontera: las palabras “formales”, del tipo “español neutro” se entienden en Latinoamérica sin problemas. El problema llega cuando surgen los regionalismos, como el “ser facho”.
Es un término político
La política tiene su propio léxico. Las palabras “facho” y “gorila” se refieren a dos corrientes políticas distintas, el fascismo y el antiperonismo (siendo este último exclusivo de Argentina). El peronismo tomó muchos elementos del fascismo para su plataforma política, por lo que “facho” y “gorila” son considerados opuestos.
Hoy en día significa “ser conservador”
Se comprende que “conservador” es sinónimo de “chapado a la antigua”. Es la persona que suspira porque todo tiempo pasado fue mejor, olvidándose de todos los puntos negativos. Por lo general, un “facho” añora las épocas en que la paz se lograba de cualquier manera, de forma que las personas de menores recursos, las mujeres y las minorías no “molestasen” con reclamos.
Es ser autoritario, reaccionario y nacionalista
Pero no sólo es conservador el facho, porque su añoranza no es pasiva. Reacciona mal ante las innovaciones, sean de la sociedad, el arte, la tecnología o cualquier cosa que no sea “como antes” o “del país”. Ataca con vigor y mucho ruido a estas nuevas ideas que, a sus ojos, vienen a corromper la sociedad, centrándose en la lucha obrera, el feminismo, las personas no heterosexuales o no cisgénero, y los partidos de izquierda.
Es la abreviatura de fascista, pero no comparte ideales
Por contradictorio que parezca, un fascista no es “facho”. El fascismo se basó en el descontento de una población desempleada, humillada y víctima de la inestabilidad económica, que veía a sus líderes como corruptos e impotentes. La clase media, empobrecida, buscaba respuestas y líderes de palabras firmes y acciones útiles. Tanto Hitler como Perón y Mussolini utilizaron esta situación para presentarse como la solución que traería prosperidad y orgullo nacional.
Es buscar estabilidad y una vida estática
El problema con esto es que la vida nunca sale tal y como queremos, o planeamos, que salga. Haciendo siempre lo mismo puede que no se obtengan los mismos resultados: si no, véase los chistes de hace quince años y los de ahora. Mucho ha cambiado de este lado del dos mil, como el ganar derechos, perder privilegios, desplazar valores y la adaptación a un mundo que sigue andando, sin importar si te has plantado, dejándote atrás.
Es ser de “derecha”
Y aquí la contradicción entre “facho” y fascista: los nazis eran nacional socialistas, el facho actual es de derecha (sea o no la clase que se beneficie cuando la derecha domina). No es raro que apoye la monarquía, sea que viva en un país que fue, es, o espera que algún día sea reino. Es común que vea a los regímenes militares latinoamericanos del último siglo y medio con buenos ojos, suspirando por su regreso triunfal.
Es añorar homogeneidad social
Cuando algo es homogéneo, significa que no se pueden distinguir sus elementos a simple vista (como la gelatina común y corriente). El facho desea que la sociedad sea lo más plana posible, sin diferencias o individualidades que perturben la paz. Lo mueve más la emoción que la razón, y su método de resolución de problemas es el usar la fuerza, sea de forma directa o indirecta.
Se puede ser “facho pobre”
Siendo que la derecha (centro, extrema o en el medio) no tiene en su agenda abogar por el bienestar de las clases sociales más bajas, hay quienes reaccionan mal ante los “fachos pobres”: es decir, personas de muy pocos recursos que defienden ideales de la derecha, como la propiedad privada, el libre mercado, el autoritarismo, etc.
No significa “oposición”
En este caso, se llama “oposición” a los partidos políticos que se opone al que está en el poder en un determinado momento. Dado los tonos negativos de esta palabra, es un insulto destinado a herir la imagen, la credibilidad y la moral de quienes no apoyan tu plataforma política. Irónicamente, es más probable que quien lo diga sea más “facho” que su oposición.