La ciencia no lo ha tenido, ni lo tiene, fácil. Ha habido épocas en donde el descubrir algo puede llevarte a tu ejecución, tu destierro o que te retiren todas tus credenciales. Aún sigue sucediendo hoy en día, si pretendes demostrar algo incómodo para ciertas entidades. Uno de los casos más famosos fue ese en donde se pronunció la frase “Eppur si muove”.
Galileo era demasiado curioso para la iglesia
Luego de los descubrimientos y teorías de Copérnico, Galileo decidió estudiar los astros con sus propios telescopios. Comenzó a notar ciertas discrepancias entre lo que veía y la teoría geocéntrica (la Tierra es el centro del universo y todo gira a su alrededor) de Ptolomeo. Sus investigaciones comenzaron a hacerse conocidas.
En principio, no había problemas con la iglesia
Algunos religiosos veían con buenos ojos los primeros descubrimientos de Galileo, que le enviaban cartas de felicitación y hasta poemas. Su sed de saber lo llevó a poner en duda conceptos que, hasta ese momento, eran considerados verdad absoluta. Esto hizo que se ganase amigos y enemigos en varios ámbitos.
“Dios nos ha dado la razón para usarla”
Sus descubrimientos empezaban a chocar con las sagradas escrituras, y en respuesta a quien se lo hizo notar, Galileo afirmó que la Biblia no debía tomarse literal, ya que Dios había dado a la humanidad la razón para que la utilizase. Ese fue uno de los momentos en donde la simpatía que le tenían los religiosos cambió.
Todo comenzó con una rivalidad entre colegas
Galileo, como toda persona más o menos conocida, tenía opositores y detractores. Cuando presentó la teoría heliocéntrica (el Sol es el centro del universo y la Tierra gira a su alrededor), no encontraron forma de refutarlo, por lo que decidieron denunciarlo ante la Santa Inquisición.
Continuó con el miedo de una institución con mucho que perder
El poder que tiene hoy la religión no se compara con la que tenía en ese entonces. El que siquiera se insinuase que las verdades bíblicas no eran del todo certeras era una amenaza al poder, y a todos los privilegios, que tenían quienes eran parte de las instituciones religiosas. Además de erradicar un peligro potencial, podrían dar el ejemplo a futuros herejes.
Fue pronunciada luego de un juicio muy peligroso
En esa época, si la Santa Inquisición consideraba que un individuo o hipótesis ponía en duda su poder o la fe en la que se basaba, dicho individuo debía “corregirse” o ser eliminado. Galileo, a la vista de las amenazas (cumplidas en casos anteriores y posteriores en otras personas), decidió retractarse de su teoría heliocentrista.
Galileo sabía lo que estaba en juego
Poco antes, Giordano Bruno (monje, astrónomo y filósofo renacentista) había sido quemado en la hoguera por tener ideas similares a las de Galileo. Giordano defendió sus descubrimientos, sabiendo que estaban basados en la realidad, y la iglesia renacentista lo ejecutó en medio de las llamas inquisidoras. Y Galileo era un hombre mayor cuando lo llamaron al tribunal.
En el famoso juicio había pocas pruebas
Las evidencias con las que se intentaba condenar a Galileo eran endebles, no eran concluyentes, o tenían poca o ninguna validez. Actas que no estaban firmadas, órdenes que no hay forma de probar que se dieron, y una serie de incongruencias, llevaron al tribunal a proponerle confesar, y recibir trato benevolente, o seguir y ser torturado.
Su significado es “sin embargo, se mueve”
Luego de haber abjurado de sus descubrimientos, que demostraba que la teoría hasta entonces vigente que la Tierra era el centro del universo, Galileo, según cuenta la leyenda, pronunció esta famosa frase. Significa, en italiano, “y, sin embargo, se mueve”, en relación a que él sabía que la Tierra se movía, pero que no iba a admitirlo a la cara de quienes podían torturarlo hasta morir.
Puede, o no, ser un mito
Hoy en día, se pone en duda si Galileo realmente dijo esa famosa frase, tan usada en astronomía, al menos en el juicio, por obvios motivos. Las fuentes no parecen ponerse de acuerdo, y la dificultad en probar su veracidad no ayuda a aclarar la situación. La sociedad científica en general y astronómica en particular prefieren la cautela.